Se de una línea,
Una raya.
Una continuidad de puntos ininterrumpida,
Que mencionarlo es irreverente,
Voluptuoso por su solo nombre,
Se de esas líneas perfumadas,
Que lastiman,
Que atropellan,
Que generan fantasías,
Muchas veces desvelos,
Envidia de la luna agujereada,
Se que de esas líneas han dicho los dioses,
Se que se prestan a confusión,
A pensar que aparecen en desnudez al final del día,
Y juro muchacha que lo he intentado,
Esconder bajo tus ojos mis poesías.
Son mis pobres poemas esas líneas,
Esos espacios de frondoso anhelos,
De limites corrido por el orgullo,
Tantas veces como las que te quite tus tantos velos,
Como te poseo enloquecido,
Te hago el amor,
Dejando que me cabalgues las páginas
En blanquecina alborada,
Cuando los espejos de este mar
Se asoma con tanto desconsuelo.
Allí aprendí que no se rasga una noche,
Que mi destino es incendiarlas en tu compañía,
Que no quedaran cenizas de quien vea,
De quien extienda la mirada,
Por la planicie curva de tu continente,
Por las praderas ingentes de mi barcaza
Con la tea y con la pluma
Con las manos y con el fuego
Se de donde vengo
Se que las palabras son tu ruego
Porque antes de partir sino he partido ya
He de consumar el penúltimo Armagedón
El juicio final del evangelio de la libido
Sellando pliegos y versículos
Mirando desde el monte de los olivos
Como tendida en la inmensidad de mi ligera
Superficie de piel a estrenar,
En este siglo de nadas incorruptas,
De jilgueros procreando a contraviento,
En este nuevo milenio de tremendos terremotos,
Nada se salvara,
Nada podrá cubrir lo viejo,
Solo redimirá lo ya escrito,
Los tantos poemas de amor y una canción desesperada,
Lo pecaminoso que dios ha permitido,
Al poseernos en tantas madrugadas.
sábado, 30 de abril de 2011
PIENSO
Pienso,
Que hay noches que me son propicias,
En las que persigo tú aroma,
De muchacha de prestancia nueva,
No recuerdo si te alcanzo,
No se si mi poesía refleja novedosos hechos,
Solo pienso que en esas noches,
Mientras mas me acerco, mientras mas avanzo,
La bruma del recuerdo captura,
Esos mismos instantes de derroches,
Volviendo sobre la amnesia de mis pasos,
Y sin que el corazón se eleve con bravura.
Toco el césped de alguna aventura,
De una novicia de letras desteñidas,
Sigo creyendo que siempre eres tú,
La más mía, la por siempre querida,
Esa que me acompaña a ser fantasma,
A recorrer liberto varias abadías
Y cada poro tuyo es un sacerdote
Y cada gota de sudor una elegía,
Cada brazo, de los azules de tus ríos,
Traen las botellas que lance algún día,
Cuando te buscaba en mascaras de antruejo,
Cuando el paisaje prometía alguna luna nueva,
Yo en mi interior sabía
Que las primeras luces de la primavera,
Brotan en esta Buenos Aires,
En la ciudad mas nuestra,
En los espacios mas aporteñados,
En las plazas, en las fuentes,
En las caras de mis amigos vestidos de ausencia,
Que siguen siendo imagen,
Como lo es la tuya,
La de una mina compañera,
La de mi mujer aventurera,
Lectora de todas mis miserias,
En esta casa de los espíritus,
Inundada con agua para chocolate,
Recorro soplo a soplo el dorso de tu ser,
Dibujo a besos las líneas de tus labios,
Dedico mi poesía a este loco destino
Y me desintegro dentro tu probidad.
Siendo más juglar,
Amando tus amores más sabios,
Pienso,
Que no entiendo porque
Aun te llamo,
Asturiana generosa,
Taurina nacida un mañana,
Cuando primero viene mayo,
En mi imaginación fértil y generosa.
POESIA AL PASO
Seguro que perdí,
En esas formas curvas,
Algunos besos inocentes,
Algunos roces impuros,
Algunos amaneceres calientes,
En esa formas curvas,
En esas formas que me conforman,
Que me reclaman,
Que consagran mi devoción
A la virgen que me recibió
En la orilla de los ríos marrones,
Mirando mis labios sensuales,
Mis manos ensangrentadas de caricias,
Dejando allí su castidad
A placer, con mucho garbo,
Aunque al descorrer las sabanas de seda,
Fue reconocer a la salvaje mujer,
A la que toma el subte en Avellaneda,
En la estación de los milagros,
La de la pintura fresca de alguna madona
De esta capilla Sixtina de lo voluptuoso,
Por donde ramas, hojas y poesía
Se conjugan para nuestra alegría.
Debo de haber perdido
Quizás la compostura,
Las cosas que son lastre
En el andar ligeros en la vida,
Pienso mientras me transfigura
El color verdoso de tu mirada,
Nada de lo dado permanece,
Nada de lo dado se eterniza,
Presiento que en alguna curva
Derrape en el punto en que amanece,
Justo allí donde tus senos se erigen
Como promontorios espontáneos
Y mis ojos se quedan inmóviles
En el asiento trasero de tu silueta,
Ahora, cuando el campanario da las diez
Me disuelvo en tus sentidos
Floto entre solidas fronteras
Abril, que bello mes, termina
Creo haber olvidado lo perdido.
lunes, 25 de abril de 2011
POESIA MERECIDA
La miro,
Son las últimas horas
De este domingo por la noche.
Cronología,
Pura y total cronología,
Es lo que me revela,
Lo que hace que sienta
Que no estoy compuesto
Solo por irritantes segundos,
Tengo en mis manos mucho más,
Pero tampoco tanto,
Tengo la sensación de tu rostro,
La humedad de tus labios,
El aroma perfumado de tu piel,
Un libro donde Ortiz me susurra poesías,
Tengo los dedos pegados a los tuyos
Y una sensación de quererte
Como quizás antes no quise.
La vida entera vale por ese instante,
Por saber que he querido, amado
Porque intentare que sea para siempre,
Porque me he propuesto atravesar
Las barreras invisibles de lo temporal
Y aparecer en el olimpo centenario
De este parque, tuyo atestado de gente extraña,
Infinidad de gente, de ojos, de andares
Que no llevan a ninguna parte
Porque al recostarme solo existes tu,
En el misterioso encierro de mi imaginación,
Allí en ese espacio
Resplandeciente de vocales y diptongos,
Completo de peces que alumbran el océano
Mientras el vacío se hunde en una mirada imposible,
O tus palabras en mi oído me recuerdan
Me hacen hombre de una noche terminando
Te hacen hembra del comienzo de otro día
Y los dos allí, nunca solos
Porque nos acompañan nuestros hijos,
Nuestros nietos, la inmediatez y la eternidad,
Te alcanzo la flor del último jarrón,
Me dices que todo tiene un significado,
Concuerdo sonriéndole a un espejo de esta habitación,
Miro como lees concentrada las últimas letras
Del libro azul de mi peregrina alma,
Sabes que nuestro pacto será cumplido
Hemos de vivir ese gran amor que nos debíamos
Gastando los colores y tus pinceles
Devastando cada palabra mía que entre en poesía,
Sabes porque somos gente de palabra,
De amores en cualquier tiempo
Pero solo a quien es correspondido
Que la noche termino y la madrugada recién empieza….
domingo, 24 de abril de 2011
HAY NOCHES, TANTAS...
Hay noches
En que las sombras se dispersan,
En dos, en cien, en mil
Como la niebla del riachuelo,
En la estación de los vientos muertos,
Como quien te desea,
Alimentándose con la tarde fría,
Como un animal dañado,
En el mismísimo sitio
En el que se escuchan las revelaciones.
Hoy no quiero otra cosa,
Ninguna otra que tenga la boca zurcida,
Los parpados cocidos,
Voy olvidándome de todo dentro del ventarrón,
En el encierro del sitio que decida.
Se que mi caída es final,
Aunque mañana haya otra igual,
En ese derrumbe en el que nadie me ataja,
Con las múltiples voces solitarias,
Sabiendo que estas en otro lado,
Tejiendo palabras siempre en mi costado.
Me dices que sabes que una rebelión
Puede ser la mirada de una rosa,
Hasta pulverizarnos los ojos,
Destapar los verbos en una guarida,
Mientras se juntan las péndolas de un poema.
No es muda la existencia,
Ni cantarina la ebria agonía,
Más en tu dulcísimo canto
Florece mi silencio agrisado.
Yo, desconocedor de pájaros,
Inventor de las hazañas de este fuego,
Deduzco que mi soledad debería tener alas,
En este bullicio que detesto,
En este silencio en el que me embriago,
Estando siempre listo, siempre presto.
No dejara de sorprenderme tu mirada,
La que esfuma las dudas milenarias,
La que alimenta los juegos codiciosos,
La que da rienda suelta a la fantasía,
Entre almohadones de seda sedentaria.
Tu mirada me conmueve
Rompe los cristales de mi desidia
Avanza con sus aristas verdosas
Acarician mi pecho de águila herida
Y me entrego a recibir el toque de la rosa
Una flor roja codiciosa
Es la que se abre entre tus pasos
Una orquídea amante de la primavera
Un junco rebelde e indomable
Es tu cariño y tu amante compañía
Ser mitológico, divino, amable
Conocedora de mis pesadillas
Consuelo de los anocheceres perdidos
Hacedora de bellos amaneceres
Que remiendas y sanas tantas viejas heridas
Aquí estamos
Pariendo nuevos días, nuevas vidas.
En que las sombras se dispersan,
En dos, en cien, en mil
Como la niebla del riachuelo,
En la estación de los vientos muertos,
Como quien te desea,
Alimentándose con la tarde fría,
Como un animal dañado,
En el mismísimo sitio
En el que se escuchan las revelaciones.
Hoy no quiero otra cosa,
Ninguna otra que tenga la boca zurcida,
Los parpados cocidos,
Voy olvidándome de todo dentro del ventarrón,
En el encierro del sitio que decida.
Se que mi caída es final,
Aunque mañana haya otra igual,
En ese derrumbe en el que nadie me ataja,
Con las múltiples voces solitarias,
Sabiendo que estas en otro lado,
Tejiendo palabras siempre en mi costado.
Me dices que sabes que una rebelión
Puede ser la mirada de una rosa,
Hasta pulverizarnos los ojos,
Destapar los verbos en una guarida,
Mientras se juntan las péndolas de un poema.
No es muda la existencia,
Ni cantarina la ebria agonía,
Más en tu dulcísimo canto
Florece mi silencio agrisado.
Yo, desconocedor de pájaros,
Inventor de las hazañas de este fuego,
Deduzco que mi soledad debería tener alas,
En este bullicio que detesto,
En este silencio en el que me embriago,
Estando siempre listo, siempre presto.
No dejara de sorprenderme tu mirada,
La que esfuma las dudas milenarias,
La que alimenta los juegos codiciosos,
La que da rienda suelta a la fantasía,
Entre almohadones de seda sedentaria.
Tu mirada me conmueve
Rompe los cristales de mi desidia
Avanza con sus aristas verdosas
Acarician mi pecho de águila herida
Y me entrego a recibir el toque de la rosa
Una flor roja codiciosa
Es la que se abre entre tus pasos
Una orquídea amante de la primavera
Un junco rebelde e indomable
Es tu cariño y tu amante compañía
Ser mitológico, divino, amable
Conocedora de mis pesadillas
Consuelo de los anocheceres perdidos
Hacedora de bellos amaneceres
Que remiendas y sanas tantas viejas heridas
Aquí estamos
Pariendo nuevos días, nuevas vidas.
jueves, 21 de abril de 2011
PODRIA AMOR...
Podría
Escribir una poesía,
Que hablara de mis deseos,
Esos tan respetables o vulnerables,
Que cuando dan las diez en mi reloj
Se me pasa el agua para el café.
Podría
Decir María, te quiero!
Una noche contigo y después morir…
Pero me atasco en una letra
En un concepto, en su abstracción
En los ángulos de las palomas,
O en medir lo ridículo de un decir.
Podría
Darme por satisfecho,
Pasè por la vida sin conocer
Jamás Estados Unidos y Nueva York,
Pero no me hubiera perdonado
No recorrer La Habana
Su erótico malecón
Levantar fusiles en Santiago o Trinidad
O la historia detenida en Playa Girón
Podría
Contentarme con haber visto y conversado
En los setenta, en el palacio de la revolución,
Con el, por entonces, poderoso comandante
Pero no,
Sigue gustándome María,
Es tan importante con un amorío de gigante
Que a veces me recuerda
Una a una las canciones de Silvio o de Pablo
En las que gasto papeles evocándola
Como erosiono las sabanas amándola.
Podría
Desgajar las extensas alamedas,
Cubiertas de arboledas con pecados,
Los plantados por Neruda en su poesía,
Las colecciones de la Isla Negra
El nombre de Matilde
El mar trayendo ruinas de embarcaciones
Recorrer la playa buscando las memorias
Confesando que no he muerto
Que una taurina me ha rescatado
Podría,
Pero no quiero,
Mentir sobre mi esencia,
Confundir la lealtad de quienes me rodean,
Fallarles a las personas que me habitan,
Centrarme en mi frustración de alcanzar alguna estrella,
Cuando
He aprendido que el sol derrite las alas
Que Icaro no ha podido
Acercarse tanto al sol
Mis ilusiones son imposibles, amo a María
Y en esa imposibilidad
Ella me corresponde,
Quizás sea tiempo de escribir un poema
Directo
Al corazón…
De mi María.
UNA HERMOSA FLOR...
Una ligera línea,
Tanto que es casi invisible,
Tanto que ni se oculta,
Tanto que pocas son las miradas,
Que pueden verla y saborearla.
Una vaporosa flor,
Se muestra en mi horizonte,
En medio de la sangre de esta mañana,
Donde los aromas apuntan al olfato,
En el justo sitio de las espesuras,
De cuanta santa caridad cabe en una semana.
Una nada,
Que pretende seguir siendo nada,
Con los destellos que le da su condición,
La misma que el verde de la pasión,
En los umbrales de las puertas de mi calle,
La que se pierde entre planos y avenidas asfaltadas.
Un puñado de verdades,
Que mi amor me ha regalado,
Que guardo prestamente en la bolsa,
Con mis bolitas de tantísimos colores,
En eso pantalones remendados,
De injusticia, cicatrices y dolores.
Un calendario,
En la pared de mi habitación
Que mira de soslayo tus prendas intimas,
Me marcan que son casi tantas las razones,
Que sin olvidarlas decido seguir sin detenerme,
Que lejos ha quedado el punto de partida,
Como un seis de febrero a las dos y diez de la madrugada,
El que viera con estupor al condenado a sobrevivir
Y que en este día de mañana, tarde, noche
Al mirarse al espejo se alegra de los errores cometidos,
Como de los aciertos y la digna bravuconada,
De saber que como llegue me habré de ir.
Un escritorio,
Con las fotos de quienes más quiero,
El mismo en el que hicimos el amor,
Sobre libros, cuadernos, hojas en blanco,
Así parece ser mi vida hoy,
A cada instante,
Comprender que me he absuelto,
Que me he librado de las peores cadenas,
Que he optado por acariciarme,
Que por eso te arrullo primorosamente las caderas,
Que una noche mas es una bendición,
Que una mañana nueva será un anónimo eslabón,
Que lleva al sentido que tiene el tener conciencia.
Así todo tiene explicación,
Aun la que no la tiene,
El gato siamés,
El jarrón de porcelana,
La recta interrumpida,
Los números primos,
Los astros con su desafío,
Tus labios hermosos,
Tu existencia plena,
La mía con moretones,
Hoy miro de manera diferente,
Una línea ligera,
Tanto que es potente y previsible,
La flor esta,
Y la acompaño…
lunes, 18 de abril de 2011
EL DIA DE HOY
El día comenzó frío,
He buscado la ropa adecuada,
Miro de pronto mi cara reflejada,
En los marrones zapatos desgastados.
Tiendo a atarme los cordones
Conteniendo el oxigeno de mis pulmones,
Levanto algún atavío desacomodado
Sobre la cama o en el piso acostada.
La ropa no se acuesta pero creo que la dueña si,
Es decir que aquí las prendas tuvieron encarnadura,
Y si hago memoria recuerdo la carne dura
De la que anoche tanto me ufane.
No encuentro mi agenda,
La bordada con nombre de pirata,
La que en sus paginas recoge algunas letras,
Direcciones con los nombres,
Que combinan con los números.
De las horas o la altura de la que calle a la que voy
O a la que fui,
Tengo un índice, distinto al de mi mano,
Que se completa con cuatro dedos más,
Da lo mismo si es la derecha o la izquierda,
La primera la uso en demasía,
Con ella, entre otras cosas, escribo poesías,
No esta de hoy que es una argamasa de garabatos,
Sin inspiración ante el ronroneo de los gatos,
Ay, mi musa ahora esta engripada,
Con estornudos y la garganta inflamada,
Se oye un ruido de un plato roto
Las mascotas han hecho de lo suyo,
Levanto pedazo por pedazo,
Termino los arreglos para salir a trabajar,
Mi reloj da las siete y cuarenta,
Y las llaves como siempre se niegan a aparecer.
En la vereda de esta mañana
Raúl, el encargado, no conoce a Bolaños
Tampoco a Roberto Juarroz,
Aunque cree que vivió allí hace algunos años,
Y todo puede ser,
Tanto la sabiduría del portero
Como la ignorancia del majadero
Jefe de gobierno de la ciudad,
Don Mauricio Macri, para ser respetuoso,
Y no inmiscuir parientes
En la consideración sobre el declive de la capital
Patrona de los buenos baches,
De la intención de reprimir al que pide por sus derechos
Viejas costumbres de burro nuevo,
Ya son las ocho y cuarto
Y el subterráneo llega completo
Es un día más en Buenos Aires,
Un día menos en la eternidad,
Compleja sumatoria de conceptos abstractos,
En una palabra se incendiaron las letras,
Ahora solo vaguedades…
He buscado la ropa adecuada,
Miro de pronto mi cara reflejada,
En los marrones zapatos desgastados.
Tiendo a atarme los cordones
Conteniendo el oxigeno de mis pulmones,
Levanto algún atavío desacomodado
Sobre la cama o en el piso acostada.
La ropa no se acuesta pero creo que la dueña si,
Es decir que aquí las prendas tuvieron encarnadura,
Y si hago memoria recuerdo la carne dura
De la que anoche tanto me ufane.
No encuentro mi agenda,
La bordada con nombre de pirata,
La que en sus paginas recoge algunas letras,
Direcciones con los nombres,
Que combinan con los números.
De las horas o la altura de la que calle a la que voy
O a la que fui,
Tengo un índice, distinto al de mi mano,
Que se completa con cuatro dedos más,
Da lo mismo si es la derecha o la izquierda,
La primera la uso en demasía,
Con ella, entre otras cosas, escribo poesías,
No esta de hoy que es una argamasa de garabatos,
Sin inspiración ante el ronroneo de los gatos,
Ay, mi musa ahora esta engripada,
Con estornudos y la garganta inflamada,
Se oye un ruido de un plato roto
Las mascotas han hecho de lo suyo,
Levanto pedazo por pedazo,
Termino los arreglos para salir a trabajar,
Mi reloj da las siete y cuarenta,
Y las llaves como siempre se niegan a aparecer.
En la vereda de esta mañana
Raúl, el encargado, no conoce a Bolaños
Tampoco a Roberto Juarroz,
Aunque cree que vivió allí hace algunos años,
Y todo puede ser,
Tanto la sabiduría del portero
Como la ignorancia del majadero
Jefe de gobierno de la ciudad,
Don Mauricio Macri, para ser respetuoso,
Y no inmiscuir parientes
En la consideración sobre el declive de la capital
Patrona de los buenos baches,
De la intención de reprimir al que pide por sus derechos
Viejas costumbres de burro nuevo,
Ya son las ocho y cuarto
Y el subterráneo llega completo
Es un día más en Buenos Aires,
Un día menos en la eternidad,
Compleja sumatoria de conceptos abstractos,
En una palabra se incendiaron las letras,
Ahora solo vaguedades…
viernes, 15 de abril de 2011
DIGO TIEMPO, AMOR Y VIDA
Bueno es decirlo,
Pero el tiempo me persigue,
Por momentos me alcanza,
Me invita a tomarnos unos tragos,
Suele conversar en su silencio,
Sobre lo inevitable de esta tarde gris,
De las oscuridades que vio en su devenir,
De algunas alegrías que pintan su carcaza.
Pero el tiempo cuando no se embriaga,
Suele ponerse melancólico,
Se sabe fragmentado a la vez que único,
Se sabe negado o duramente confirmado.
A mí,
En realidad,
Me pasa desapercibido como cuando garúa
En la ciudad poseedora de los destiempos,
Donde la muerte de lo jilgueros no acontece,
Donde hace rato se perdieron lo acoples
De los tangos y milongas arrabaleras,
Orilleras,
En un sur que sigue teniendo el paredón,
La luz del almacén ya no a kerosene,
Mientras espero el instante del olvido,
Ese tiempo tan vacío de sombras
Como tan carente del sentido de las luces,
Tan determinante pero a la vez tan perdido.
El tiempo que me acompaña sin pedirlo,
Me dijo que tal vez se llamara
Solamente María,
Ese presente, regalo en estas horas de mi vida,
Y el tiempo nunca se equivoca,
Aunque muchas veces si,
Pero que importa si ella ya esta aquí,
En esta mesa,
Donde se sirve café cortado con leche fría,
Tan importante como un golpe en Somalia,
O la guerra civil en la lejana Libia,
Nunca, jamás olvidare tu mano tibia,
Cuando el tiempo desnudo de pluma en sus alas
Se detuvo solo para mirar con envidia
Que en su modorra porteña de domingo
Hizo una voltereta inverosímil
Rompió con furia los antiguos relojes
Lo que seria su partida de nacimiento
Mirando como en un sofá que daba a un ventanal
Los besos sumaron momento tras momento.
Ahora, muchacha mía
Pintora y lectora de flores del erotismo,
Consumada ciudadana del mundo del afecto
Te cuento que no quiero despertarme
Y encontrarme dentro de ese lapso sudoroso
Con las viejas lloronas de los velatorios
Las que como en Zorba el griego
Después de fenecido en esa habitación
Se peleen por quedarse con mis nadas
Con la suma de mi ancha indigencia
Con el llanto por mi paga miserable
Reclamando nuevamente cada lagrima
Que confirme mi voluntad de no morir
De vivir hasta la inconciencia
En el mismo muelle, en la misma rada
Cubiertos con las estrellas agujereadas
Abrazados firmemente a nuestra esencia.
Pero el tiempo me persigue,
Por momentos me alcanza,
Me invita a tomarnos unos tragos,
Suele conversar en su silencio,
Sobre lo inevitable de esta tarde gris,
De las oscuridades que vio en su devenir,
De algunas alegrías que pintan su carcaza.
Pero el tiempo cuando no se embriaga,
Suele ponerse melancólico,
Se sabe fragmentado a la vez que único,
Se sabe negado o duramente confirmado.
A mí,
En realidad,
Me pasa desapercibido como cuando garúa
En la ciudad poseedora de los destiempos,
Donde la muerte de lo jilgueros no acontece,
Donde hace rato se perdieron lo acoples
De los tangos y milongas arrabaleras,
Orilleras,
En un sur que sigue teniendo el paredón,
La luz del almacén ya no a kerosene,
Mientras espero el instante del olvido,
Ese tiempo tan vacío de sombras
Como tan carente del sentido de las luces,
Tan determinante pero a la vez tan perdido.
El tiempo que me acompaña sin pedirlo,
Me dijo que tal vez se llamara
Solamente María,
Ese presente, regalo en estas horas de mi vida,
Y el tiempo nunca se equivoca,
Aunque muchas veces si,
Pero que importa si ella ya esta aquí,
En esta mesa,
Donde se sirve café cortado con leche fría,
Tan importante como un golpe en Somalia,
O la guerra civil en la lejana Libia,
Nunca, jamás olvidare tu mano tibia,
Cuando el tiempo desnudo de pluma en sus alas
Se detuvo solo para mirar con envidia
Que en su modorra porteña de domingo
Hizo una voltereta inverosímil
Rompió con furia los antiguos relojes
Lo que seria su partida de nacimiento
Mirando como en un sofá que daba a un ventanal
Los besos sumaron momento tras momento.
Ahora, muchacha mía
Pintora y lectora de flores del erotismo,
Consumada ciudadana del mundo del afecto
Te cuento que no quiero despertarme
Y encontrarme dentro de ese lapso sudoroso
Con las viejas lloronas de los velatorios
Las que como en Zorba el griego
Después de fenecido en esa habitación
Se peleen por quedarse con mis nadas
Con la suma de mi ancha indigencia
Con el llanto por mi paga miserable
Reclamando nuevamente cada lagrima
Que confirme mi voluntad de no morir
De vivir hasta la inconciencia
En el mismo muelle, en la misma rada
Cubiertos con las estrellas agujereadas
Abrazados firmemente a nuestra esencia.
jueves, 14 de abril de 2011
YO, ESE HOMBRE...
Yo, ese hombre
Dueño de sus misterios
Y sus miserias,
A las que forjó con la enjundia
De algunas logradas virtudes.
Yo, el mismo
Que se resguardó en prisiones,
Que bajó los puentes ante el mundo,
Que un día suicido su silencio
Por el solo gusto de sentirse libre.
Yo, un perfecto canalla
Cuando el que creo lo merece,
Allí aparece,
Yo, ese ser magnifico
Que sí, tuvo abuela y la mejor,
Que aprendió a ser modesto,
El día después de su final.
Yo, que no debo rendir cuentas,
Que templé de acero
Mi ánimo hostilizado,
El que por las mañanas
Despertaba entre mujeres,
Peinándose por dentro con alcohol,
El que no le escabulló el bulto,
A los años difíciles de balas,
De secuestro y de persecución.
Yo, el que se dio permiso
Para querer cambiar el mundo,
Aborreciendo a los saciados,
Escupiendo en la tumba abierta
De los poderosos,
Que no reconocí otra bandera
Que el amor a una hija, una nieta y a mi abuela,
Que tuvo que ver como el pasar del tiempo
Lo dejo indefenso ante la soledad.
Yo, el mismo que tomó la decisión
De querer abrir los portales a la dama acertada,
El que anduvo golpeando puerta tras puerta,
El que profanó lechos equivocados,
El que fue besado por unos labios errados.
Yo, me he permitido amar como se hacerlo,
Incorrectamente, salvajemente,
Desproporcionando los límites,
Amaneciendo en el último refugio
Del que no quisiera nunca despedirme.
Yo, el que siente que llegó a esta morada,
Donde las manos de una gata asturiana,
Hacen prodigios en la funda de mi cuerpo,
Llenando de afecto los aljibes de mi alma,
Apaciguándome en cada tempestad,
Esas que se desatan en el bravío mar
De mi incoherencia, de mi casi locura.
Yo, en este tramo de la vida
Bendigo a la madre de este dios anverso,
Que se describe por su pluma en unos versos,
A la compañera inigualable de cada noche,
A la que me dignifica cada día,
Yo, he decido llamarla por su nombre
Dios te ama y te salva, María.
martes, 12 de abril de 2011
TENGO LA AFICIÓN...
Tengo la afición
De sumar letra tras letra,
Dejar espacios entre ellas,
A veces recuerdo hacer la puntuación,
Revisar la ortografía,
Y entre todo eso me asoma tu sonrisa,
Esa que anoche ilumino el cielo de mi prisa.
No hubo punto y aparte por un largo rato,
Algunos puntos suspensivos
Entre cautos susurros y relajados gemidos,
Cosa importante la sintaxis de tus senos,
Aunque he muerto por lo esdrújulo de tu pelvis,
Me he tendido en un pretérito perfecto,
Mientras paseo mis besos por tu cofre nuevo.
Hoy
Que es un día novedoso,
Una mañana de golondrinas aplanadas,
De árboles que crecen de forma algo copiosa,
Leo unas páginas de un libro de Marcos Denevi,
Rosaura a las diez con el reloj en otro lado.
Pienso que figura recogerá tu esencia de mujer,
Esa que devora mi intolerancia y mi impaciencia,
Queriendo que se repitan los actos reflejados en el espejo,
Cuando los encuentros son batallas,
Cuando las escaramuzas son a matar o morir,
Cuando se desgastan los arrumacos
Acorralados por los gritos de placer y del vivir.
Ya no hay sombras,
Solo las luces de otra madrugada,
Arribando con los ojos sinceros a la ultima mirada,
Porque cuando los ojos están abiertos,
Tantas son las cosas que hay por ocultar,
Como las coartadas debajo del desierto.
Pienso que una hoja en el árbol justifica el tiempo,
Pero un lapso sin hojas no justifica nada,
Pensar que solo desnuda da sombra la orquídea
Y sin vestidos te resguarda en ese templo.
Raro me siento con el último café,
Ese que goteo sobre el peldaño de la escalera,
Llegando a sentarme frente al viejo escritorio,
Donde el abecedario me hace muecas
Y el cuaderno semi en blanco espera…espera,
Lo esperable es una sola palabra
En una casa en vigilia sin laberintos,
Allí donde alumbra poco la luz y mucho más la sombra
Donde tomado de tu mano me arriesgo hacia el abismo
De tus sueños, de los míos, de los fundidos
Donde me topo con la dulzura de tus labios
Con las mariposas de tus largas pestañas
Cuando Asturias se abre mostrando el su amplia mar,
Cuando los dos disponemos del resto del tiempo,
Para desaparecer ante la vista de los jilgueros,
Somos viejos conocidos del sentimiento foráneo
Y tan nuevos pretendiente de lo construido,
Del amor que se cuenta del ultimo al primero.
Esa afición gitana, flamenca,
De multiplicar palabras y silencios
Junto a tu voz y a tu melodía
Junto a nuestro deseo de permanecer unidos,
Eso me embriaga y siento que desvanezco,
En el postrer hueco de tu deseo corrompido.
Sigo teniendo esa afición, sigo teniendo tu mano,
El mundo termina porque empieza…
lunes, 11 de abril de 2011
SI NO FUERA...
Si no fuera
Ese poeta loco y escurridizo,
Ese quien le escribió
A los arroyos secos,
A los cuerpos dispersos,
Como también diversos.
Ese que soñó con los escritos de Galeano,
Transportándose con Sabina y con el Nano,
Ese poeta
Que le escribió al amor,
Derramando las últimas gotas del tintero,
Que se estremeció al conocerte,
El que evocó tu mano en su palma,
Que construyó metáforas con tu piel
O regó los valles de su calma,
Con su gélida voz llamándote.
En las orillas azuladas de la mañana,
Al límite o borde mismo de los sueños,
Si no fuera ese juglar,
El que cuidadosamente impide que se dañen
Los besos que conserva en sus bolsillos zurcidos
O que amplía el atardecer al recoger flores,
Que adornen el jarrón de tu melodía,
Pero soy ese bardo
Que se solaza leyendo a Luis Cernuda,
Que busca los restos de los barcos
En la bahía de los escritos de Neruda.
Soy el que dio los pasos en otoño,
Arriba de las hojas mustias dispersadas en el campo,
Poeta de mala muerte o de mucha vida,
Bardo que se enamoro en forma perdida,
De unos ojos verdes y del nombre María.
Soy un juglar de estrofas largas,
De versos escritos con la inspiración de su diosa,
Quizás ese fue el galardón por otras vidas,
Vividas al mismo tiempo en paralelo,
Amante de los tiempos desmentidos,
De las iglesias abandonadas de toda fe,
Creador pagano de nuestra simetría,
De su empeño por retenerte
Cuando no quieres partir hacia el olvido,
Gobernante de un reino de dos pasiones
O de una con dos seres enamorados
Soy el que pudo erigir un camino con las rosas,
El que se siente agradecido por el calor de tu sueño,
Danzando desnudos por mi perímetro,
Bailarín de la libido en línea recta
O maestro de voluptuosos pecados y pecadores,
Recreando un olímpico paraíso dionisiaco.
En el que nace cada días cosas nuevas,
Más yo soy el escritor del romance,
El imperecedero entre tu gloria y mi avaricia,
Soy el que vino a hacer perpetuo,
Nuestro encuentro hasta el final de los tiempos,
Cuando se funda la inmortalidad con las caricias.
Si no fuera el poeta que soy
Juro que te inventaría.
Ese poeta loco y escurridizo,
Ese quien le escribió
A los arroyos secos,
A los cuerpos dispersos,
Como también diversos.
Ese que soñó con los escritos de Galeano,
Transportándose con Sabina y con el Nano,
Ese poeta
Que le escribió al amor,
Derramando las últimas gotas del tintero,
Que se estremeció al conocerte,
El que evocó tu mano en su palma,
Que construyó metáforas con tu piel
O regó los valles de su calma,
Con su gélida voz llamándote.
En las orillas azuladas de la mañana,
Al límite o borde mismo de los sueños,
Si no fuera ese juglar,
El que cuidadosamente impide que se dañen
Los besos que conserva en sus bolsillos zurcidos
O que amplía el atardecer al recoger flores,
Que adornen el jarrón de tu melodía,
Pero soy ese bardo
Que se solaza leyendo a Luis Cernuda,
Que busca los restos de los barcos
En la bahía de los escritos de Neruda.
Soy el que dio los pasos en otoño,
Arriba de las hojas mustias dispersadas en el campo,
Poeta de mala muerte o de mucha vida,
Bardo que se enamoro en forma perdida,
De unos ojos verdes y del nombre María.
Soy un juglar de estrofas largas,
De versos escritos con la inspiración de su diosa,
Quizás ese fue el galardón por otras vidas,
Vividas al mismo tiempo en paralelo,
Amante de los tiempos desmentidos,
De las iglesias abandonadas de toda fe,
Creador pagano de nuestra simetría,
De su empeño por retenerte
Cuando no quieres partir hacia el olvido,
Gobernante de un reino de dos pasiones
O de una con dos seres enamorados
Soy el que pudo erigir un camino con las rosas,
El que se siente agradecido por el calor de tu sueño,
Danzando desnudos por mi perímetro,
Bailarín de la libido en línea recta
O maestro de voluptuosos pecados y pecadores,
Recreando un olímpico paraíso dionisiaco.
En el que nace cada días cosas nuevas,
Más yo soy el escritor del romance,
El imperecedero entre tu gloria y mi avaricia,
Soy el que vino a hacer perpetuo,
Nuestro encuentro hasta el final de los tiempos,
Cuando se funda la inmortalidad con las caricias.
Si no fuera el poeta que soy
Juro que te inventaría.
viernes, 8 de abril de 2011
CUANDO EL AMOR DESPIERTA
Luz,
Lo primero que veo
Al despertarme hoy.
Después una cama deshecha,
La mesa de luz en pleno desorden,
El piso que sostiene a Nietzsche,
Que anoche me contó del preludio,
De la lenta agonía de un dios muerto,
Dejo la imagen de los muros demolidos,
De una idea humana engañosa de la deidad,
Tan importante que la cambie por tus senos,
Si Jhave ha muerto me consuelan tus labios,
Si la verdad es imposible me desagravia tu desnudez,
Si todos mis libros dijeran algo cierto
Apagarían las llamas de este incendio imaginario.
La luz es complicada,
Me resulta difícil entenderla,
Reparo en que me has llamado a disfrutarla,
Mientras suena de fondo la voz de Joaquín sabina,
Quien le canta a la virgen de los vientos,
Y regresa a mi tardía memoria
Lo que apuntaste de no quedar adherido a nadie
Aun la más amada,
Que toda persona es una cárcel,
Como es también un rincón oscuro,
No te adhieras a ninguna compasión,
Mira como navega la barca en el océano picado,
Mira como se elevan las alegres gaviotas,
Mírame sonreír sobre tu humanidad,
Como si se hubiera detenido un ave marina
La historia minúscula de estas horas
Recoge los pedazos de tiempo y de ratos
Como levantas las prendas esparcidas
Por la habitación naranja de nuestro cuento de hadas
Miro la luz nuevamente,
No se si estas presente,
Sí, aún tú aroma delicado,
El cenicero sobre una pira de revistas viejas,
Yo comienzo a desorganizar mi agenda,
Mis viajes extensos y desordenados
Por el laberinto de mi existencia,
Mitología de animal impuro asesinado,
Me remiten a la música en su más pura esencia.
Sueño entredormido,
Que te tomo de la mano en la vigilia,
Te cuento de los colores del olvido,
Del frio extremo de las soledades,
De la sensación terrible del vacio,
Me amparo en tu nítida indulgencia,
En las sabrosas humedades de tu cuerpo,
En las palabras que me devuelven el sentido,
En las miradas que disparan inocencias.
Allí me despierto
Veo como penetra la luz
Como se hace claro todo lo ennegrecido
Siento que no ha sido solo un sueño
Que quien me observa atentamente
Eres tu, mi amada, la que ha venido.
Lo primero que veo
Al despertarme hoy.
Después una cama deshecha,
La mesa de luz en pleno desorden,
El piso que sostiene a Nietzsche,
Que anoche me contó del preludio,
De la lenta agonía de un dios muerto,
Dejo la imagen de los muros demolidos,
De una idea humana engañosa de la deidad,
Tan importante que la cambie por tus senos,
Si Jhave ha muerto me consuelan tus labios,
Si la verdad es imposible me desagravia tu desnudez,
Si todos mis libros dijeran algo cierto
Apagarían las llamas de este incendio imaginario.
La luz es complicada,
Me resulta difícil entenderla,
Reparo en que me has llamado a disfrutarla,
Mientras suena de fondo la voz de Joaquín sabina,
Quien le canta a la virgen de los vientos,
Y regresa a mi tardía memoria
Lo que apuntaste de no quedar adherido a nadie
Aun la más amada,
Que toda persona es una cárcel,
Como es también un rincón oscuro,
No te adhieras a ninguna compasión,
Mira como navega la barca en el océano picado,
Mira como se elevan las alegres gaviotas,
Mírame sonreír sobre tu humanidad,
Como si se hubiera detenido un ave marina
La historia minúscula de estas horas
Recoge los pedazos de tiempo y de ratos
Como levantas las prendas esparcidas
Por la habitación naranja de nuestro cuento de hadas
Miro la luz nuevamente,
No se si estas presente,
Sí, aún tú aroma delicado,
El cenicero sobre una pira de revistas viejas,
Yo comienzo a desorganizar mi agenda,
Mis viajes extensos y desordenados
Por el laberinto de mi existencia,
Mitología de animal impuro asesinado,
Me remiten a la música en su más pura esencia.
Sueño entredormido,
Que te tomo de la mano en la vigilia,
Te cuento de los colores del olvido,
Del frio extremo de las soledades,
De la sensación terrible del vacio,
Me amparo en tu nítida indulgencia,
En las sabrosas humedades de tu cuerpo,
En las palabras que me devuelven el sentido,
En las miradas que disparan inocencias.
Allí me despierto
Veo como penetra la luz
Como se hace claro todo lo ennegrecido
Siento que no ha sido solo un sueño
Que quien me observa atentamente
Eres tu, mi amada, la que ha venido.
martes, 5 de abril de 2011
LA GOTA Y EL AMOR
Una pequeña gota,
Vestida de gitanos colores,
Comenzó a caer desde la canilla
En derrumbe libre,
La gota chiquilina
Tocó el piso
Desparramándose en la baldosa,
Como quien entrega sus suspiros
En esas madrugadas ardorosas.
Ya no esta,
En este día sin memoria,
Sin apuro por perseguir la luna,
La partícula minúscula de mi atención,
Como esos imperceptibles poros de tu superficie,
Que hacen de mí un eterno soñador.
Ahora, en algún lugar,
Alguien ha roto las copas,
Los vasos de exquisito cristal,
Festeja verse correspondido
Por esa bella mujer que ama con locura,
Mientras tiene en sus manos
El aroma de ese cuerpo enamorado,
Con el que embriaga sus sueños perdidos.
Sin más cruza por mi retina el sonido de tu llegada,
Es como el golpeteo del alfabeto,
Que en manos del poeta
Escriben verso tras verso la poesía,
De tu presencia avasallante ante mis celosías.
Se me hace misterio tu amor
Compartiendo con el mío,
Son arcanos duramente trabajados
Que no merecen el intento de desentrañarlos,
Solo la exploración en toda su plenitud,
Extasiados,
Como frente al aleteo de aquel colibrí,
Como ante el vuelo libre de una mariposa,
Como nos encuentra el albor enredados.
En esta vigilia eterna,
Sin haber descifrado los antiguos poemas,
Que de tanto serlo aun no mueren,
Sosteniendo la misma simple vigencia,
Que deslumbrara al primero que lo escuchó,
Como hoy me impresiona gratamente,
Ver caer levemente
Cada uno y todos tus desnudos,
Para tapizar el piso de las esenciales quimeras,
Que vuelven a recordarme
Que cada instante es como aquella gota,
A punto de caer,
Derrumbándose,
Proveyendo la gota siguiente,
Que hace este océano incontenible,
De marejadas de olas absolutas,
Y sempiternamente entrecruzadas.
Hay días como gotas,
Amores como gotas,
Vidas, como las nuestras,
Que son un canto a las aguas de la mar.
domingo, 3 de abril de 2011
MI VOZ LLEGA...
Mi voz
Fue una voz aferrada a las consonantes,
Cuidando que ninguna letra quedara sin enunciarse.
Hablaba literalmente,
Más muchas veces se me malentendía,
Era como si la perfecta precisión de la lengua
Revelara en cada palabra un caos
O una extraña paz que no me daba tregua.
Voz que se volvía más evidente
En la medida que reconocía mi esfuerzo
Por ser comprendido
En el entramado de un silencio diligente.
Esa voz se ocultaba
En las noches extensas de insomnio,
Donde me decía que la moral es la gramática del deseo,
En tanto la ética me sabía a juramento vulnerable,
Siendo los libros el lugar de mi escondite,
El ultimo, el primero, el más seguro o más deseable.
Hasta que una tarde morena
Decidí abrir las alas de mi imaginación
Agrietándome como un animal atemorizado,
Conviviendo con mi águila entumecida,
Empezando a romper las celosías de mis ojos,
Y a comprender el milagro de esta vida,
En la que alguna ventana dominguera y porteña,
Me invito sonrosándose a reposar
Tanto desasosiego, tanta derrota,
Que miró mis heridas como ternuras que flotan,
Que paso la ataujía rosa de algún beso
Con un cacho de Buenos Aires de trasfondo
Sobre un espacio de necesidades algo espeso.
Supe que mi sonrisa se hizo con millones de gotas
De esas que algunos suelen llamar lagrimas,
Aprendí las dificultades del alma sin tiempo,
De las deferencias cristalinas de las verdades,
Surcando entre unas nubes de adoquines
Una planicie me aguardaba
En la belleza de tu pelvis
Donde adormecido,
Reconfortado,
Llegue al lugar que antes nunca llegaba.
Fue una voz aferrada a las consonantes,
Cuidando que ninguna letra quedara sin enunciarse.
Hablaba literalmente,
Más muchas veces se me malentendía,
Era como si la perfecta precisión de la lengua
Revelara en cada palabra un caos
O una extraña paz que no me daba tregua.
Voz que se volvía más evidente
En la medida que reconocía mi esfuerzo
Por ser comprendido
En el entramado de un silencio diligente.
Esa voz se ocultaba
En las noches extensas de insomnio,
Donde me decía que la moral es la gramática del deseo,
En tanto la ética me sabía a juramento vulnerable,
Siendo los libros el lugar de mi escondite,
El ultimo, el primero, el más seguro o más deseable.
Hasta que una tarde morena
Decidí abrir las alas de mi imaginación
Agrietándome como un animal atemorizado,
Conviviendo con mi águila entumecida,
Empezando a romper las celosías de mis ojos,
Y a comprender el milagro de esta vida,
En la que alguna ventana dominguera y porteña,
Me invito sonrosándose a reposar
Tanto desasosiego, tanta derrota,
Que miró mis heridas como ternuras que flotan,
Que paso la ataujía rosa de algún beso
Con un cacho de Buenos Aires de trasfondo
Sobre un espacio de necesidades algo espeso.
Supe que mi sonrisa se hizo con millones de gotas
De esas que algunos suelen llamar lagrimas,
Aprendí las dificultades del alma sin tiempo,
De las deferencias cristalinas de las verdades,
Surcando entre unas nubes de adoquines
Una planicie me aguardaba
En la belleza de tu pelvis
Donde adormecido,
Reconfortado,
Llegue al lugar que antes nunca llegaba.
sábado, 2 de abril de 2011
EN MI SUEÑO
En mi sueño
Tu silueta se recorta en el vano de la puerta,
Como un fantasma encantador
Que desluces cuanto hay a tu alrededor.
En esos sueños
No recuerdo el color de tu turgencia,
Ni la creciente erección de tus suspiros,
Ni los primeros frutos de tus gemidos.
Como no reconozco el gusto de tu afluencia,
Quizás porque en lo onírico
Me entretengo con los versos de tu palma,
O me deshago sin palabras entre tus piernas,
Hallazgo incrédulo de manantiales renovados,
Cuando esta vigilia azul se presenta eterna.
En estos sueños
Vuelo a la par de alguna golondrina,
Soy verano que incita oquedades,
Tengo la sospecha abierta de mi mirada,
Junto a la permanente certeza de mis verdades.
Sin despertar,
Sin la conciencia de estar adormecido,
Busco entre los pétalos insurrectos,
Las veredas zigzagueante de tus formas,
Plantándome en el centro de tu persona,
Abriendo espacios en el destiempo de tus gotas,
Esas mismas que trajinadas se hacen temporal,
Arrebatando cuanto encuentra a su paso,
Sin calma ni resignación como la marejada,
Como olas deslustradas en su circular,
Hasta arrasar la costa plena de mi nocturnidad.
Extraña sensación la de despertar
Dentro de un sueño que no es irreal,
La de confundirme con las luces de la madrugada,
Cuando la luna toda aparece arrebolada,
Y saberme sabiéndote,
Existiendo solo en la palabra proclamada,
En el extenso discurso de una vida,
En ese universo extremo y paralelo,
Donde nuestra existencia se significa,
Entre los muros desmadrados
De una narración que al soñar nos purifica.
Hay infinidad de veces que sueño
Con la objetividad de la vida,
Con la suprema subjetividad de lo nacido,
En la que nos amamos sin reproches y sin dueños.
Tu silueta se recorta en el vano de la puerta,
Como un fantasma encantador
Que desluces cuanto hay a tu alrededor.
En esos sueños
No recuerdo el color de tu turgencia,
Ni la creciente erección de tus suspiros,
Ni los primeros frutos de tus gemidos.
Como no reconozco el gusto de tu afluencia,
Quizás porque en lo onírico
Me entretengo con los versos de tu palma,
O me deshago sin palabras entre tus piernas,
Hallazgo incrédulo de manantiales renovados,
Cuando esta vigilia azul se presenta eterna.
En estos sueños
Vuelo a la par de alguna golondrina,
Soy verano que incita oquedades,
Tengo la sospecha abierta de mi mirada,
Junto a la permanente certeza de mis verdades.
Sin despertar,
Sin la conciencia de estar adormecido,
Busco entre los pétalos insurrectos,
Las veredas zigzagueante de tus formas,
Plantándome en el centro de tu persona,
Abriendo espacios en el destiempo de tus gotas,
Esas mismas que trajinadas se hacen temporal,
Arrebatando cuanto encuentra a su paso,
Sin calma ni resignación como la marejada,
Como olas deslustradas en su circular,
Hasta arrasar la costa plena de mi nocturnidad.
Extraña sensación la de despertar
Dentro de un sueño que no es irreal,
La de confundirme con las luces de la madrugada,
Cuando la luna toda aparece arrebolada,
Y saberme sabiéndote,
Existiendo solo en la palabra proclamada,
En el extenso discurso de una vida,
En ese universo extremo y paralelo,
Donde nuestra existencia se significa,
Entre los muros desmadrados
De una narración que al soñar nos purifica.
Hay infinidad de veces que sueño
Con la objetividad de la vida,
Con la suprema subjetividad de lo nacido,
En la que nos amamos sin reproches y sin dueños.
viernes, 1 de abril de 2011
QUIEN
Quien tuviera la suerte
De ver caer todas las gotas del mar,
De atrapar con una mano los copos de nieve,
De desprenderse un segundo del dolor?
Quien tuviera digo,
La heredad interminable,
Que detrás de un tiempo temprano,
Plegar quisiera los ángulos llanos,
Esos que son desplazados en derredor
Buscando al eterno displicente,
Al enamorado de las formas más extrañas,
De la geometría mancillada de color?
Quien, vuelvo a preguntar,
Sabe cual es el secreto de la parte oculta de la luna,
A la que lance la flecha de mis sustantivos,
La punta aguda de los múltiples adjetivos,
Como escondida se encuentran tus manos
Entre el calor vehemente de mi epidermis,
Entre esas líneas únicas de mi boca,
Las que detienen mis besos impenitentes,
Mientras deslizo mis versos por tus zonas,
A las que liberas en estivales madrugadas,
Cuando desentendido de la premura de los tiempos
Me detengo solo para esperar tu llegada,
Esa que contiene aun la humedad del rocío,
Que en renuncia generosa se da en regar el valle
En cada peregrinaje emanador de la alborada.
Regreso sobre mi pregunta,
Me planteo quien tiene la fortuna,
De saber que a pesar de tantas muertes,
De vivir tanto al filo de la saliente,
Se apropio con prepotencia del destino,
Fijó el rumbo de su embarcación,
No aceptando otro sino que el forjado,
A golpe de versos y de estrofas,
En cada momento de brutal soledad,
Cuando lo más sublime parece deteriorado.
Quien, me interrogo,
Puede encontrarte para dibujar días pertinentes
Si yo no hubiera empezado y seguido
Intentando conocer este que me habita,
O que felizmente me aloja.
Si alcance a encontrarte, estar contigo
Fue porque me descubrí,
Alegrándome compartir conmigo.
De ver caer todas las gotas del mar,
De atrapar con una mano los copos de nieve,
De desprenderse un segundo del dolor?
Quien tuviera digo,
La heredad interminable,
Que detrás de un tiempo temprano,
Plegar quisiera los ángulos llanos,
Esos que son desplazados en derredor
Buscando al eterno displicente,
Al enamorado de las formas más extrañas,
De la geometría mancillada de color?
Quien, vuelvo a preguntar,
Sabe cual es el secreto de la parte oculta de la luna,
A la que lance la flecha de mis sustantivos,
La punta aguda de los múltiples adjetivos,
Como escondida se encuentran tus manos
Entre el calor vehemente de mi epidermis,
Entre esas líneas únicas de mi boca,
Las que detienen mis besos impenitentes,
Mientras deslizo mis versos por tus zonas,
A las que liberas en estivales madrugadas,
Cuando desentendido de la premura de los tiempos
Me detengo solo para esperar tu llegada,
Esa que contiene aun la humedad del rocío,
Que en renuncia generosa se da en regar el valle
En cada peregrinaje emanador de la alborada.
Regreso sobre mi pregunta,
Me planteo quien tiene la fortuna,
De saber que a pesar de tantas muertes,
De vivir tanto al filo de la saliente,
Se apropio con prepotencia del destino,
Fijó el rumbo de su embarcación,
No aceptando otro sino que el forjado,
A golpe de versos y de estrofas,
En cada momento de brutal soledad,
Cuando lo más sublime parece deteriorado.
Quien, me interrogo,
Puede encontrarte para dibujar días pertinentes
Si yo no hubiera empezado y seguido
Intentando conocer este que me habita,
O que felizmente me aloja.
Si alcance a encontrarte, estar contigo
Fue porque me descubrí,
Alegrándome compartir conmigo.
VERBO DE ABRIL
Un día regresó el verbo
Distinto, con ropas nuevas,
Tanto fue que al principio no lo reconocí,
Venia desde lejos,
Mucha es la distancia que debía recorrer,
Me dijo sordamente
Desde una estrella caída al amanecer.
Un verbo rojizo,
De cabello colorado,
De uñas prolijamente pintadas,
Con la vestimenta olvidada,
Dibujada la piel con las caricias
Reconociendo que era un verbo enamorado.
Mi asombro fue mayor,
No conocía la verdadera esencia
De este vocablo provocador,
Que como caballero andante
Arrastraba suspiros, clamores.
Las telas que cubrían los cuerpos
Se desintegraban tras las palabras
O se recubrían con algún significado,
Respirando en una esquina el alcohol de un tango
O la melodía del atardecer en el rosedal
O entrelazando los dedos por el caminito de la boca,
Esa misma que desembarco tus besos,
La que movilizo tus delgadas piernas
En el negro de la seda de mis sabanas,
Cuando reclinada buscabas mi soledad
Para llenar mis vacios de miradas,
Recortar los bordes claros de tanta oscuridad,
Predicar prendiendo un cigarrillo,
Que las volutas de humo nacarado
Copiaban a la inmensidad descomunal,
Al revelarse en el verbo al enamorado.
Siempre puede haber un día…
Distinto, con ropas nuevas,
Tanto fue que al principio no lo reconocí,
Venia desde lejos,
Mucha es la distancia que debía recorrer,
Me dijo sordamente
Desde una estrella caída al amanecer.
Un verbo rojizo,
De cabello colorado,
De uñas prolijamente pintadas,
Con la vestimenta olvidada,
Dibujada la piel con las caricias
Reconociendo que era un verbo enamorado.
Mi asombro fue mayor,
No conocía la verdadera esencia
De este vocablo provocador,
Que como caballero andante
Arrastraba suspiros, clamores.
Las telas que cubrían los cuerpos
Se desintegraban tras las palabras
O se recubrían con algún significado,
Respirando en una esquina el alcohol de un tango
O la melodía del atardecer en el rosedal
O entrelazando los dedos por el caminito de la boca,
Esa misma que desembarco tus besos,
La que movilizo tus delgadas piernas
En el negro de la seda de mis sabanas,
Cuando reclinada buscabas mi soledad
Para llenar mis vacios de miradas,
Recortar los bordes claros de tanta oscuridad,
Predicar prendiendo un cigarrillo,
Que las volutas de humo nacarado
Copiaban a la inmensidad descomunal,
Al revelarse en el verbo al enamorado.
Siempre puede haber un día…
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