domingo, 8 de abril de 2012

ALBORADA


Último día
Que te derrocho,
Que no comulgo
Con tu intratable finitud,
En este barrio antiguo,
De casas bajas,
De tejas rojas,
De jornada agobiadora,
De noche que añoro
En su volcánica exactitud.
Pienso
Cuantos me han pensado,
Cuantos que ya no estan
Se derritieron con iguales pensamientos,
De lujuria porteña,
De bohemia cansina,
De poemas dejados a mitad de escritura
Por transitar sus ayes y lamentos.
Giro en redondo
Sobre mis ideas de partida,
Quiero creer que no existe cosa angustiante,
Que la muerte es solo un concepto vago,
Y me suicido por un rato como Alfonsina
Yéndome mar adentro de mi lecho
A nadar con los peces de tu espalda,
Mujer insomne de bustos en mis esquinas
De este cuarto en el que yo divago
Mientras afuera muere la nada sin pertrechos.
Me se ardiente
Bajo la exigua luz que se desploma,
Soy como un mar de bravatas
Dado a parir cenizas que enloquecen,
Que piden a gritos un pronombre,
Un sustantivo, un verbo
La punta helada de algún adjetivo,
Que reconozca tus pupilas al borde,
Cuando viaja la luna con su acerbo.
Ahora,
En este preciso instante,
Te oigo entre los medanos de mis prendas,
Te escucho farfullar porque te erija
Con cuatro monedas y un sombrero,
Con las breves faldas levantadas,
En el sordo sonido de esta tarde otoñal
Cuando mis huesos y mi carne
Sienten tu presencia enamorada.
En este día final
De una semana de almanaques corroídos,
Conmemoro que en las horas rescindidas
Estas conmigo en la locura de una nueva alborada.




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