martes, 24 de abril de 2012

EL ROSAL DE MI ALBA


Y que hay,
De que me pierdo,
Me pregunto con la mirada perdida
Y el habla preparada
Para hablando mucho no decir nada.
Hay un largo camino
De fantasmas literarios,
De muertos en el formol de su erudición,
Válgame que prefiera la vida
Aun en medio de desvaríos,
Con la acrobática soledad de la perfidia
De un amor no correspondido.
Elijo la vida aun hablando de la muerte,
La elijo cuando hablo de mi cuarto,
De la extensión de mi ventana,
De los calores que asoman en la mañana
Cuando elogio mis espejos,
Porque para mi la vida, esa puta vida,
No esta en los libros de mis anaqueles,
Ni en las bibliotecas inmensas y borgeanas
Esta en la punta filosa de mi lengua
Que dice: hoy existo sin haber visto a Dios,
Aunque lo imagino cuando me derrito
En la luz clara de los labios de tu vagina,
A la que lamo, penetro y le rezo en cada madrugada.
Y que hay
Sino me place escribir como otros lo harían,
Si soy yo, enteramente
Con tantos privilegios y adversidades,
Que no me importa medir la distancia entre signos,
Para mi la taurina es señal de existir,
De tener claraboyas en mi boca,
De sumar aberturas a mis besos húmedos,
De pintar tus senos con aureolas humedecidas
Por la lengua de mi anatomía,
Con la saliva lujuriosa en tu geografía
Hasta el exacto limite de tus nalgas,
Como explorador que nada temo ni temía.
Y que hay
Si aun remonto barriletes,
En tanto aguzo la hoja de afeitar
Para tajear agudamente este mediodía
En el que todo parece adormecido
Menos la cuota de maldad que me prodigo
En los bordes mismos de las venas,
Canales de la perforada sangre,
No se ni me interesa lo que desaprovecho
Según los tiranos de alguna entidad,
Válgame que me lastimen las espinas
Sabiendo que hice de rosas rojas el alba de mi pecho.




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