domingo, 15 de abril de 2012

EL AMOR Y LAS HERIDAS


Se ha roto una flor,
Una rosa blanca o un clavel,
En la palma de mi mano matinal,
Se ha roto como una puñalada
Que filosa penetra el tiempo de la nada,
Crispada como letras esdrújulas
O como olas de arena del desierto,
Así de suave,
Así de molesta,
Así de  descontrolada
Digo que se ha roto
Quedando el aroma dulzon de la muerte,
Los clavos oscuros de tus ojos verdes
O el domingo que se marcha sin novedades
Se ha roto pero queda un pétalo
De esas flores enterradas en el tiempo,
En un espacio que ya no es repetible,
Como no se renueva el agua decolorada
Del paso de mujeres sin esencia,
No usan perfumes sino fragancias
Que le dejan las palmas del último amor,
Ese que marcha a paso lento hacia el olvido,
Hasta el destierro ilimitado de la memoria,
Pero de esa rotura algún remiendo queda
En la iglesia de los septiembres,
En los portales de los domingos soleados,
En las arrugas de todos mi temores
Donde gira la perinola sin lados
Ganando el más tramposo de la cuadra
O al que tú permites desde tus ventanas
O desde el atardecer luminoso de tu lecho,
Muchacha hermosa que me invitas
A engullirme los libros que adorna tú techo.
Las flores se disparan,
A veces se transforman en mariposas,
Ante la mirada voraz de tu desnudez,
Capullo que se extingue velozmente
Mientras afuera observa la luna agujereada
Como domesticas mi espalda,
Como me entrego lentamente, poro a poro,
Como se encabrita tu pelvis y tus letras
En ese sitio por donde giran mares,
Con barcos que suelen encallar por impericia,
Los remiendos también hacen almas nuevas,
Mejores muchas veces,
Dolores que devora la suavidad de tus dedos,
Como de la nada puedo hacer visible
Algunas blancas estrofas desaprendidas,
Con muy buenas nuevas el vergel no detona
Tiene tu superficie de hembra querible.
Escribes ahora sobre el polvo
Que las flores no se precipitan solo parecen heridas.




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