domingo, 29 de abril de 2012

VIVIR EN LA POESIA

El punto es saber,
Saber si mi sombra será eterna
Junto a la luminosa presencia tuya,
Borrando los nombres
De tantos muertos en mi memoria
Pero aun vivos en este mundo.
Suavizar los bordes impuros
De soledades reunidas al pie del terraplén,
De arrabales inclementes y sórdidos
Con algún tango de fondo,
Que recoge tu ebriedad de madrugada
Mientras me esperas desnuda
Revistiendo tu agonía de mujer mundana
En el filo del borde de un vaso
En una boca de mesura enamorada.
Saber que llegare
Remontando esta luna plateada,
De cuarto creciente danzando en el espacio,
Con un hálito enredado de canciones viejas
De las que me olvide la letra
En el bodegón de San Telmo viejo,
Junto a los brillos de unas putas algo añejas
Volviendo a la superficie de tu cuarto sin espejos.  
Saber que es la asfixia
Cuando un mitón cierra tu garganta,
De manera indolora entre muslos desvelados
Siendo la lágrima de tus ojos chocolates
La que cae lentamente profanada,
Ahora, en este instante,
Cuando te salvo de suicidarte en el vacío
De una vida con ideas congeladas.
Todavía,
Traidor desconocido,
Transitó por la plaza mayor,
Sombreándome de verde,
El mismo color de tu mirada
Y te busco gaviota de ultramar
Sin fe, esperanza ni ilusión,
Muriendo en las manchas de cada alborada,
Que me recuerdan anocheceres que han partido
En la misma dirección que los vientos del otoño
Cuando entre besos y roces
El mundo era enteramente nuestro,
Sacrílegamente mortificábamos nuestras pieles
En el deseo vehemente de amarnos sin igual
Y perpetuarnos eternamente en la madeja de un retoño.
Saber, esa fue la clave
De que ya no vivíamos sino en otros sueños,
En los de algún filósofo griego,
En las alturas de un teorema del amor
O en la vigilia de un errante esclavo ya sin dueño.
Nos teníamos finalmente
Y nos hemos renovado en mariposas color de poesía
Nunca más nos perderemos
Busquennos en poemas de amor exclusivamente.
  

 

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