domingo, 24 de junio de 2012


HORAS ATREVIDAS


Voy bajando,
con este cuerpo sudado,
mojado en el peor de los casos
y en esa bajada
el agua habitualmente,
se introduce en mis poros
como agujas afiladas
que me llaman a no olvidar,
a estar pendiente
de mis lapsos de ausencia,
como de mi sangre alborotada.
Me deslizo
en caída libre
hacia las corrientes de tu abertura,
con un vahído en mis coordenadas,
sintiendo como late mi longitud
en el norte de nuestro encuentro,
me guían las diferentes flores
con sus aromas de divididas madrugadas.
Abro los ojos
debajo de un par de piernas estiradas,
me desprendo de las telas coloridas
testigos mudas de esta coalición
entre el deseo intenso,
las efigies fulguradas en el espejo de este techo,
en tanto afuera la carencia de emoción.
Tomo la pipa,
me recuesto desnudo en el silencio,
abro el libro de las soledades eternas,
de los tajos que zurzo con mis besos
o de esos otro que pinto con mis dedos,
es tan vulgar el reposo mío
de tal suerte que mis sueños salen ilesos.
Cuando espias sobre mi hombro
preguntas por el significado de estas líneas
para que garabatear sobre el amor efímero
sobre la mujer habitante de ese sueño
porque escribir sobre lo que ha sido
si ahora frente a frente
vuelves a repetirme que eres libre
que estarás a mi lado
porque nunca seré tu dueño.
Miro tus pupilas
veo tus alas recogidas
empiezan a crecer las mías
reconozco la gracia de tantas
horas atrevidas.




   
  

1 comentario:

Beatriz Martín dijo...

De un sutl erostismo , hermosas letras Roberto un abrazote desde mi brillo del mar