miércoles, 16 de enero de 2013


UN AMIGO

Mi amigo
ese que ha muerto
nunca fue poeta
de pluma agazapada
pero me dejó los mejores versos
en la semántica de su mirada.
Mi amigo
usó la osamenta
de carnes fuertes
pero equivocada,
aplaudió mi risa
se sentó mil veces a mi lado
me contó algunas historias
compartimos el silencio
en el fondo vacío de su casa
permitió escapar a la paloma
aquella de alas falsas
y de lealtad escasa.
Desde ahí aprendí
que la muerte no repara
pero que la vida
permite imaginar que ella no existe
que ya está oxidada,
que fue vencida
al escribir mis versos
acribillarla de adjetivos
ahorcarla con una soga de verbos
que apilando mis lágrimas
mi amigo no fenece
sino que anda de jaranas
incrementando aún mas su acervo.
Hace un tiempo
que el tano ya no está
quizás desde esta madrugada,
Milán le debe una oración
entre algodones de silencio
flores que se han descascarado
otoños que se marchitan lento
más los vinos que añejamos
para velar el sueño
en esta Buenos Aires
la ciudad que tanto amamos.
Nunca está de más
esperarlo en las calles de Palermo
me pregunto
adonde irá a parar
cuando la falacia termine
cuando acabemos el café
ese que se enfría en la mesa de atrás
miro por la ventana mojada
viendo pasar los ángeles enfermos
los duendes del camposanto
mientras observo dibujarse una sombra
en los sueños de mi morada,
ya vendrá
sé que nos estamos esperando
en la esquina de este poema que lo nombra.

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