domingo, 23 de diciembre de 2012

SABER COMENZAR



Supe andar
con la soledad herida
con el gusto amargo en los labios
supe besar
los olores de las rosas
en el sendero que te abre el mar
cuando la tarde no se entorna.
Tuve la sed
de los pasos infinitos
de la bruma cegadora
de los soles apresados
en el continuo devenir
de alguna beldad esquiva
de las caricias de tu cabellera inquieta
que hoy atormenta
esta noche demoledora.
Tuve una llama encendida
entre mis manos desdibujadas
con el calor de las cerillas del infierno
roce tu piel
apretuje tus pechos
arrincone tu pubis
arranque de cuajo el desnudo de tu moralidad
impregne de deseo
los arroyos de tus tajos
y te volqué salvajemente
con tu mirada hacia el techo.
Así he venido
a invadir la sangre
a oler las plumas de tu carencia
oír el llanto de que deglute el miedo
a incendiar la edad del sueño
perforando el llanto de tu esencia
no he de llorar tu llanto
ni dividir la turbiedad de tu lagrima
dejare que caiga
sobre las baldosas de la memoria
hasta que en un santiamén
me pienses en otra nueva historia.
Hoy
la noche se disperso
entre los nudos de tu manto
en la estación de las manos frías
en el mural de tanto espanto
cuando a la sombra del sol
se doblaban las palabras
en un largo tañido de campana
entrando por las lumbreras de la casa
me dijiste que me amabas
en la revelación mayor
cuando todo comenzaba.




No hay comentarios: